El viento compone un desagradable canto musical en su constante golpear contra las ramas secas. Una luz plomiza y oscura gobierna el bosque. Siempre impera la misma luminosidad y la misma tristeza. Restos metálicos y algunos maderos quedan aparcados como parte del bosque, desnudo de vegetación. Pequeños fuegos se encienden y apagan en diversos lugares creando hileras de humo por doquier.
Una lombriz asoma por el agujero de una rama ennegrecida que yace sobre el suelo. Dos dedos mugrientos y sin uñas aplastan la lombriz. George, de barba y melena desatendida, sonríe y se lleva el anélido a la lengua.
Jack carraspea varias veces, necesitando de varios intentos para evitar ahogarse en su propio tosido. Junto a él hay prendas desgarradas y ensangrentadas. Observa a George con cara de desagrado.
- Creo que tú y tu búsqueda de bichos te ha vuelto como uno de ellos. Ya no os distingo.
- He de alimentarme, me estoy muriendo. ¡Me arrepiento tanto!
- ¡Mírate! ¡Sé responsable de tus actos!
Jack se aparta y se levanta. Golpea con su pierna las prendas y destapa una pila de huesos. George los observa apesumbrado.
- ¡Esos pobres no tienen la culpa! Yo moriré pronto, ¡pero a tí no te queda mucho más! (Llorando) ¡Por qué no nos perdonaron!
- ¡Tú y yo ya no podemos morir! Y deja de llorar…
Aumenta el desapacible ruido de los árboles. Jack se limpia la ropa y saca un cuchillo de su bolso. George permanece con los ojos cerrados, logrando abrirlos a pequeños intentos cuando habla.
- Hay algo que nunca llegué a preguntarte, ¿por qué siempre los matas ahí y los traes sin cabeza?
- Tus hermanos George, también se encontraban aquí...Era el único modo para que comieras.
Jack camina a lo lejos afilando el cuchillo. George permanece apoyado junto al árbol con los ojos entreabiertos.
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