lunes, 13 de diciembre de 2010

BIUTIFUL

A menudo ocurre que vamos con ciertas expectativas al cine debido a las alabanzas que ha recibido determinada película y cuántas veces nos pasa que salimos noqueados del cine preguntándonos qué demonios ha visto la gente en esta película.
Esto es precisamente lo que sentí al ver Biutiful, un drama facilón que busca la lágrima rápida en el espectador a base de forzadas tragedias que acontecen en unos personajes poco definidos y difíciles de comprender. El personaje principal de la película, Uxbal (interpretado por un notable Bardem que ni si quiera logra salvar la película), no alcanza la empatía del espectador con él, al menos no conmigo, ya que carece de un background claro que nos ayude a conocerle y de unos objetivos y necesidades que se definan bien a lo largo de la historia.
Algunos pueden considerar que para entender e inmiscuirte en esta película has de tener cierta sensibilidad con este tipo de cine social o trágico, como lo ha denominado el propio director de la obra. Yo lo niego de raíz y añado que hay cineastas que han realizado dibujos de la realidad de los barrios marginales de las grandes ciudades con mucho más éxito que Iñárritu, como los hermanos Dardenne o el británico Ken Loach, y estos sí me han llenado de tensión, amor y comprensión hacia sus historias. Y es que creo que el mayor problema de Biutiful, fuera de análisis pedantes y académicos, es que es una película enormemente aburrida.
Considero que el director, muy aclamado y premiado a lo largo de su carrera, es un cineasta algo sobrevalorado por sus últimas películas, 21 gramos, Babel y Biutiful, y que el respeto y admiración que le tengo será sólo y exclusivamente por la genial Amores perros, su primer largometraje.

NOTA: 3

martes, 30 de noviembre de 2010

Los ojos de Julia

Uno siempre tiende a visionar ciertas películas con generosa disponibilidad a realizar un sobreesfuerzo si la obra en cuestión es española con el único deseo de poder proclamar a los más negativos que la última película española que has visto en el cine es genial. Todo se queda en eso, deseos.
Los ojos de Julia es una bochornosa película de terror, predecible desde el primer momento con un guión que hace aguas por todos lados donde ningún personaje es creíble, la historia no logra tener sentido alguno y nunca sabes bien a dónde se quiere llegar.
Esta película logra el mayor temor que puede tener un realizador de cine de terror y es que las escenas más tensas provoquen risa. No sé si es genérico pero en la sala de Barcelona donde visioné la película decenas de personas reían a carcajadas cuando deberían estar sujetos a las butacas muertas de miedo. ¿Algo falla verdad?
Un servidor ha escrito recientemente un guión de largometraje y sabe de las enormes dificultades que ello conlleva, pero no por eso como espectador puedo aguantar gazapos y arreglos de guión mal realizados. Continuamente el personaje que interpreta Lluis Homar abandona en diferentes ocasiones a su esposa Julia, bien para llamar por teléfono, para coger unas llaves, para pagar la cuenta o para visitar a la vecina. Es justo en estos momentos en los que el guionista aprovecha para que a la protagonista le sucedan hechos para que la historia avance. Después de estos abandonos inverosímiles del marido, es aún más dañino para nuestra inteligencia que hasta el detective la deja sola en su casa a oscuras para que le sigan ocurriendo “casuales sucesos”.
No hace falta estudiar guión ni ser cineasta para percatarse de estos errores. Cualquier espectador llega a sentirse molesto al ver este tipo de películas a las que se les agradece la intención pero que hace dudar a uno de que los mejores guiones sean los que se estén rodando.
El abuso de los continuos giros de guión durante la historia no sólo no provocan el efecto deseado, sino que hacen disminuir mi interés por la trama debido a la poca credibilidad de éstos.
Baja calidad la de esta película en la que en un principio parece una burda copia de El Orfanato para convertirse en una pésima imitación de Psicosis y terminar siendo una mezcla espesa de cine de género de donde no se puede extraer nada aprovechable.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

The Wire


En esta estancia temporal que se nos ha concedido en la tierra la gente contradictoria es la que se acerca a la verdad, si entendemos la verdad como un concepto absoluto. Y es que en mi anterior crítica hice un comentario sobre los pocos profesores a los que admiro. Pues bien, voy a hacer referencia a dos de ellos con lo que ya van tres referencias a docentes en dos críticas. 

Uno de ellos, profesor de psicología, aludiendo sobre el aprendizaje y las enseñanzas de sus hijos, afirmaba que no hay mejor acto que el de provocar cierta contradicción en el pensamiento de éstos. Si un día les decía que hay que comportarse de cierta manera, al día siguiente les mostraba otro camino a seguir. Estos cambios creaban desconcierto en sus hijos, pero a su vez les hacía más fuertes, ya que la vida no hay que pintarla ni blanca ni negra, sino mediante un infinito compendio de colores que cada individuo elige a su antojo.

Todo esto viene a que por segunda vez quería iniciar mi reseña audiovisual citando a una profesora del master sobre la que es para mí la mejor serie de ficción de toda la historia. Es posiblemente la descripción más acertada que se puede hacer sobre esta serie, no apta para los devoradores de puntos de giros e impacientes buscadores de finales sorprendentes. The Wire hay que verla, citando más o menos a la docente, como si te enfrentaras a una novela. Poco a poco vas leyendo los capítulos y vas adentrándote en su mundo. A medida que te inmiscuyes en la trama y en sus personajes, te ves inmerso en un magistral dibujo social de la ciudad de Baltimore, su problemática y sus necesidades, que te provocará un intenso deseo de ver más, de aprender más y de conocer el devenir de cada uno de los personajes.

The Wire desarrolla una trama en donde ya no existen los buenos ni los malos. Se investigan las razones de los comportamientos de los diferentes estratos sociales que componen la ciudad de Baltimore. David Simon, creador de la serie, no se limita a entretener sino que crea preguntas y dispone algunas respuestas.  

Somos todos, cada uno en nuestro ámbito, los que colaboramos para que cada vez más se marginen a los que consideramos que no deben ser partícipes de "nuestro sistema", pero la cárcel y los barrios marginales no les hacen desaparecer. Los delincuentes no nacen, se hacen. Siguen ahí y el problema se arregla desde la raíz y no escondiéndolo disponiendo una manta sobre la superficie. The Wire ejerce pues de mano ejecutora que levanta dicha manta para mostrar la realidad de la delincuencia juvenil, las drogas y la corrupción política y nos enseña la ciudad con más robos y asesinatos de los Estados Unidos.

La serie ahonda en el germen de los problemas de la sociedad atacando los estratos que sustentan el cuestionado sistema: la policía, la política, la justicia, la educación y los medios de comunicación. Cada una de estas partes que componen la columna de nuestro sistema es diseccionada y operada a corazón abierto mediante el certero bisturí de Simon. De esta manera el espectador puede elaborar su propia opinión sin dogmatismos ni manipulaciones sobre las causas reales del tráfico de drogas, la corrupción y la delincuencia.

El guión es un complejo y extensísimo ejercicio de documentación por parte de los autores que han elaborado material para 60 capítulos de 50 minutos cada uno, creando un halo en el ambiente dando la sensación de que si hubieran querido nos habrían deleitado con otras cinco temporadas más. 

Desde el primer capítulo hasta el final siento como espectador que todo lo que he visto tiene un porqué, hay un nexo de unión entre cada elemento que he visionado, cada personaje. Del detective Mcnulty hasta el teniente Daniels, pasando por el héroe Omar, el “griego”, Duki, Carcetti o el editor Gus. Todos ellos son piezas de un tablero inteligentemente dispuestas sobre él para enseñarnos esta partida de ajedrez llamada The Wire.

NOTA: 10



viernes, 12 de noviembre de 2010

The Social Network (La Red Social)



Existen frases célebres de profesores a los que has admirado, y cierto es que en mi caso han sido escasos, que cuando las recuerdas por un determinado contexto sientes lo certera que fue aquella expresión ensalzando la figura del docente. Me agrada recordar a un profesor que tuve, y que no mencionaré, cuando dijo que con el tiempo y cientos de lecturas a sus espaldas aprendió a no pasar de la primera página de una novela, reconociendo una mala de una buena casi desde el primer párrafo.

No seré yo quien diga que tenga la capacidad de discernir con tanto atrevimiento la calidad de un libro o una película, pero sí es verdad que a veces pasa. Es exactamente lo que me ocurrió con The Social Network.

Desde la primera escena en el bar universitario sentí que iba a presenciar una película de alto rango, de esas que darán de qué hablar durante muchos años sin importar la cantidad de premios que logren. La ruptura de la pareja, desencadenante de toda la historia y germen de la creación de la red social Facebook, crea un intercambio de diálogos geniales repletos de inteligencia, subtexto e ironía, capaces de atraparte revelándonos la personalidad de los partícipes en sólo unos minutos. Al final la película cumplió las expectativas tan grandes que se crearon desde el comienzo.

Tomándome la libertad de coger prestado la frase de un buen amigo diré que “Fincher lo ha vuelto a hacer”. Ha logrado dirigir magistralmente un guión nada fácil, ya que la historia avanza casi exclusivamente por sus diálogos y que los 120 minutos de película parezcan, y me atrevo a decir aunque a alguno le provoque taquicardias, escasos.

Detrás de todo gran imperio, de todo gran guerrero, inventor, artista, detrás de los grandes personajes de la historia, hay siempre una razón, minúscula, pequeña, insignificante para el resto, que ha sido el detonante que ha encendido la llama de la ambición y de la eterna insatisfacción del individuo. El director David Fincher y el guionista Aaron Sorkin quieren mostrarnos que bajo el imperio y el afán infinito en la creación y expansión de Facebook, hay un hombre, Mark Zuckerberg, que desolado por la pérdida de su novia emplea su ingenio informático como única arma que posee para llamar su atención.

La escena final que cierra el círculo de la historia es reveladora, inquietante, fría y dramática. Un joven millonario poseedor de la mayor red social del mundo no se siente plenificado. Fincher nos dibuja a un melancólico "emperador" verificando si Mara acepta su petición de amistad en el Facebook, y es que lo que de verdad anhela es su amor.

The Social Network nos dibuja una posible definición del amor en la era de Internet, donde aquella visita shakesperiana al balcón ha sido sustituida por el “friend request”.

NOTA: 8

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Let me in (Déjame entrar)



Considero innecesario inmiscuirse en un debate sobre lo bueno o malo de la existencia del remake. Los más académicos, que rechazan la adaptación de una obra por un autor diferente,  a veces no son conscientes que numerosas películas o libros que admiran son meras reinterpretaciones que el director o escritor ha hecho de otra obra anteriormente elaborada. Hacer un remake no es acertado ni desacertado. Eso sí, hacerlo es cuanto menos peligroso si la obra original es de clase alta y es justamente lo que ocurre con Let me in.

Consciente de que es tan infantil como inevitable, al salir del cine no pude más que comparar ambas cintas; la americana Let me in con la versión sueca del director Tomas Alfredson, Let the Right One in. Gratamente sorprendido, la versión americana mantiene el tono y el estilo de la obra original con guión de John Ajvide Lindqvist, el mismo autor de la novela en la que se basan ambas películas.

Creí en un primer momento, debido a los prejuicios que tenemos cuando nos enfrentamos al visionado de una película europea reelaborada por Hollywood, que la obra de Matt Reeves intentaría limitarse a explotar más la espectacularidad y la violencia del mundo de los vampiros dejando atrás el germen de la historia. No fue así.

La triste, dulce y terrible historia de amor entra la niña vampiro y el protagonista conduce al espectador a un clímax de felicidad y angustia donde no sabes cual de las dos está por encima; y es que el bien se ha enamorado del mal.

La magia del amor cadavérico que envuelve al niño y que tan bien se logró en la película sueca, con esa especie de rendición a la vida con la consiguiente firma de un contrato de amor eterno al lado oscuro, se consigue de manera magistral en esta nueva versión. Es pues este halo de magia y tenebrismo lo que se mantiene intacto en la obra americana y que hace de ella un gran remake.

He leído en Internet diversas críticas donde se llega a catalogar la película como “innecesaria”, “burda copia” o “insulto cinematográfico”. Todos sabemos como funciona el mercado, y el que no debería estudiárselo, y las grandes películas que se hacen en Europa muchas veces no consiguen ser visionadas en los Estados Unidos por el problema lingüístico, ya que la gente “pasa de leer” subtítulos en el cine. Lo deseado sería que la cinta llegará al público de la manera en la que se ha concebido pero los productores americanos, conocedores de su público mucho mejor que los europeos del suyo, saben que necesitan darle “su toque” y por qué no decirlo realizarla en inglés, para obtener el éxito que se espera de ella. En esta ocasión, y creo que tampoco es lo común, considero que el tema de la historia y la intención del novelista y guionista de la primera versión se ha conseguido transmitir en la versión americana.

A la pregunta de cuál me gustó más, he de responder que la versión europea. Hasta cierto punto es lógico ya que la historia y su desarrollo, las dificultades y motivaciones de los personajes y el desenlace, ya se había contado de manera magistral en la versión sueca.

Sin embargo recomiendo enormemente el ejercicio de visionar ambas.

NOTA: 7

martes, 9 de noviembre de 2010

El comienzo

Hoy, 9 de noviembre del año 2010, comienzo el blog que será el reflejo del espejo de todos mis pensamientos, pareceres y sentimientos acerca del arte cinematográfico que, al fin y al cabo, serán pensamientos extraídos a partir de películas que me servirán de excusa para poder escribir sobre nosotros, los humanos.