domingo, 4 de marzo de 2012

La invención de Hugo



Homenaje a los grandes

La injusticia está tristemente muy unida al arte y a los artistas. Han sido muchas las ocasiones en las que grandes creadores han sido olvidados y apartados de los reconocimientos que se les debía y el cine no ha sido menos.

El mismísimo Alfred Hitchcock, genio indiscutible del cine, no ganó nunca un Oscar a mejor director. Tuvo que ser casi al final de su carrera cuando se le concediera el máximo galardón a toda su carrera. No es que un cineasta sea mejor o peor por la cantidad de estatuillas que tenga en sus vitrinas, pero en cambio éstas sí que responden a reconocimientos de sus colegas de profesión y la realidad es que Hitchcock no tuvo ninguna.

El mismo director de la película La invención de Hugo, Martin Scorsese, no ganó el Oscar hasta hace poco por The Departured, después de habernos regalado obras maestras tales como Taxi Driver, Casino, Goodfellas,  Toro salvaje o El cabo del miedo.


La invención de Hugo es un enorme y bello homenaje al cine y sobre todo, a uno de sus precursores injustamente maltratado durante años, Georges Méliès. La película cuenta con momentos emotivos, una trama psicológica en busca de Georges Méliès y un merecido homenaje a un hombre que con su arte, magia e imaginación contribuyó enormemente en mejorar ese invento llamado a iluminar nuestros sueños, el cine.

NOTA: 8

lunes, 24 de octubre de 2011

MIENTRAS DUERMES


El actor y su personaje

Luis Tosar recibió un más que merecido Goya al mejor actor por su personaje de Malamadre en la gran película Celda 211. Cuando recibió la estatuilla hizo justicia y dijo que las grandes actuaciones vienen dadas por los grandes personajes concebidos en el guión. Que esto lo afirme alguien del gremio de los actores significa que el actor conoce la profesión del escritor y la valora (a diferencia lamentablemente de otros profesionales del medio que no viene al caso discutir en este post).
La misma situación se repite en Mientras duermes pero en sentido inverso. El protagonista de la película, el portero de un edificio interpretado por Luis Tosar, es un personaje muy flojo y lleno de estereotipos por lo que el resultado es una floja actuación. Siendo un gran actor como es, sólo le podemos achacar las carencias interpretativas a problemas en el guión, de la misma manera que él mismo reconoció que su gran actuación en Celda 211 se debió a un buen texto dramático.
Jaime Balagueró es un director que ha roto con los moldes del cine español, ya que hasta hace poco hacer cine en España era exclusivamente sinónimo de drama social o comedia. Balagueró ha sabido hacer buen cine y de terror, sin que uno sea excluyente de otro. Sin embargo en esta historia no consigue alcanzar el reto de atrapar al espectador, como si lo hiciera en sus anteriores filmes.
Es de justicia decir que Mientras duermes es una película que en un ejercicio de lectura de sinopsis sientes que vas a enfrentarte a una cinta nueva y novedosa. Sin quitar mérito a la intencionalidad de la película, considero que el resultado no es el deseado por el autor ya que no resulta ni sorprendente ni creíble.
Un servidor tuvo la enorme suerte y fortuna de recibir una master class impartida por Alberto Marini, uno de los mejores profesionales del cine español y guionista de Mientras duermes. En la sesión, Marini incidió en la importancia de dar credibilidad para que una película funcione. Precisamente éste es uno de los factores que te alejan de la historia de Marini, ya que la investigación policial es escasa e insulsa, claramente condicionada y manipulada por el escritor para conseguir el objetivo que él se ha propuesto, no por una reacción natural de los personajes y de la acción.
El hecho de que el guión carezca de credibilidad demuestra lo difícil que es hacer un thriller y el mérito de conseguir realizar uno bueno, como sí lo fue Celda 211.

NOTA: 5

sábado, 1 de octubre de 2011

SUPER 8


La fórmula de la eternidad


Muchos científicos nos han dotado de enormes comodidades gracias a numerosas horas de trabajo dedicadas al empeño de descubrir cómo enviar la voz humana a través de un “cable”, desplazarnos en el aire o cocinar un guiso sin necesidad de recoger maderos en un bosque. Gracias a sus fórmulas eternas seguimos beneficiándonos de su trabajo con enorme gratitud.

En el cine ocurre más de lo mismo, pero de forma totalmente diferente. Los creadores pasan semanas, meses y años intentando lograr alcanzar la fórmula del éxito. A veces lo han conseguido y otras no. Hasta aquí todo es comparable con la ciencia. Sin embargo, cuando Isaac Newton o Albert Einstein decidieron hacernos el mundo más fácil y sobre todo, más comprensible, sólo necesitaron de comprobaciones matemáticas y exposiciones con colegas suyos de la profesión para verificar el éxito de su fórmula eterna.

En la otra orilla del río están los cineastas. Por mucho que crean que han conseguido la fórmula mágica y que sus colegas les aprueben su obra, es el público, nosotros, los que decidimos si esta fórmula va a pasar, efectivamente, a la eternidad.

Steven Spielberg nos ha dado grandes películas gracias a el éxito de sus fórmulas que en tantas ocasiones nos han concedido películas que pasarán a la eternidad como Tiburón, ET, Encuentros en la Tercera Fase, Parque Jurásico o La lista de Schindler. Le llaman el Rey Midas de Hollywood, ya que pocos como él han logrado convertir sueños en 90 minutos de cinta. Y sin embargo, a diferencia de Einstein o Newton, no puede decirse que tenga una fórmula para la eternidad.

¿Por qué Super 8 tiene un guión más complejo y es visualmente más poderosa que ET o Encuentros en la Tercera Fase y, sin embargo, no pasará a la historia? No sabría decir si la respuesta es sencilla y rápida o la realidad es que no existe una respuesta ni tiene por qué elaborarse.

Super 8 tiene los mismos ingredientes que poseen todos los grandes éxitos de Spielberg pero no por ello ha logrado la eternidad deseada por un artista. Es cierto que los años son los que han de valorar si la cinta logrará permanecer en la retina de los espectadores, pero también es cierto que no se puede hacer Casablanca dos veces, por lo que repetir ET, Los Goonies y algo de Perdidos (no me olvido de J.J Abrams) no parece asegurarte la fórmula del éxito. Eso es algo que en el cine como en el arte no depende de comprobar si una manzana cae del árbol, sino de que el público considere la obra como eterna.

Con Super 8 he vuelto a vivir en el cine cosas que ya no recordaba, mi ser más soñador ha vuelto a emerger y la estética de los 80 ha englomerado una historia que para mí es perfecta, pero sólo puede ser así en la “liga” en la que juegan. Vulgarizando el cine y comparándolo con el fútbol, Super 8 es la campeona de la UEFA, pero la fórmula elaborada por Spielberg y Abrams no les permite luchar por la Champions League. Hace años hubieran ganado, pero el tiempo pasa y para conseguir fórmulas exitosas se demandan nuevos componentes.


NOTA: 7

martes, 9 de agosto de 2011

The Wire: 10 dosis de la mejor serie de televisión


Estudio de una ficción muy realista

Lo dicen todos los genios. Uno intenta hacer una obra lo mejor que puede y después es el público quien te pone en tu sitio. Ingrid Bergman comentó en su día a Alfred Hitchcock durante el rodaje de Atormentada, que el único requisito de su participación en la película es que se tratara de una obra maestra. Hitchcock no pudo más que asegurarla que haría todo lo que estuviera en su mano para hacer una gran obra, pero no sería él ni ella ni el productor quien la determinara como obra maestra. Somos nosotros, el público 50 años después, quien podemos decir con el transcurrir de los años si una obra cinematográfica puede ser catalogada de obra maestra partiendo desde una mirada histórica, social y artística. Si David Simon se hubiera propuesto realizar una obra maestra seguramente no lo habría conseguido.

The Wire: 10 dosis de la mejor serie de televisión estudia cómo se germinó lo que para muchos es una obra maestra y la mejor serie de televisión de toda la historia. No soy de los que suelen hacer afirmaciones tan radicales, ni si quiera soy capaz de valorar quién es a mi gusto el mejor director de la historia ni mi película favorita, pero lo que sí que puedo sostener con rotundidad es que The Wire es la mejor serie de televisión de la que he podido disfrutar.

Este ensayo elaborado por diferentes autores especialistas en cine, televisión, literatura o sociología disecciona las claves del éxito de una serie de televisión concebida para trasladar los problemas de la sociedad a la pequeña pantalla, partiendo desde Baltimore, de la manera más realista posible sin ninguna intención de facilitar el visionado al gran público. Es una serie que, según el creador David Simon, está concebida para los que no tienen prisa por consumir un producto, ni tienen miedo en reconocer la realidad, son críticos e inconformistas con el sistema y no toleran los abusos de poder ni la falta de caridad con los marginados. Es en resumen una serie que hay que querer verla y dedicarle tiempo, ilusión y ganas.

The Wire: 10 dosis de la mejor serie de televisión disecciona las grietas que la serie de televisión desempolva sobre el sistema económico y social actual. Narra además la historia de cómo un periodista de Baltimore pudo levantar un proyecto tan importante sin que los productores vieran beneficios hasta años después de su creación. No es una serie corriente sobre asesinatos y detectives. Es una serie creada entre otros por un detective que trabajó más de 20 años en el departamento de policía de Baltimore, un periodista que estuvo otros tantos en el periódico más importante de la ciudad, escrita por diversos guionistas de la casa formados en la novela negra e incluso cuenta con actores sacados de las mismas esquinas de los barrios más problemáticos del lugar.

El autor quiso desde un primer momento plasmar la realidad, una realidad que no ve en las creaciones cinematográficas y televisivas hollywoodienses, por lo que decidió rodearse de profesionales alejados de las influencias de la costa californiana para poder plasmar sobre el papel un proyecto humano que llegara a concienciar al espectador inquieto.

El libro además cuenta con un regalo final. Un relato de ficción del escritor George Pelecanos, guionista de la serie, que en 10 páginas narra la historia de un joven negro que no habiendo elegido las difíciles circunstancias de la vida que le rodean son éstas las que le llevan a su perdición; siendo éste lo que podría ser perfectamente el resumen de las cinco temporadas de lo que The Wire quiere denunciar.


martes, 21 de junio de 2011

MICMACS, UN GRAN FOLLÓN


El cine no es sólo una excusa para rodar: hay que narrar.

En cierta manera y aunque algún estimado lector pueda suponer que de tan obvio suene estúpido, quiero remarcar que el cine, denominado séptimo arte, es ante todo el poder de contar historias a través de instrumentos que ya hubieran querido para sí Shakespeare, Dickens o Cervantes.
Algo tan elemental parece que no es tenido en cuenta por el director de Amelie y Micmacs, Jean-Pierre Jeunet, gran heredero del cinema du look, donde tiende a querer demostrar su gran manejo del lenguaje cinematográfico acompañado, intencionadamente o no, de una pobre historia. Lo que hay que exigir en una novela o en una película es que te den una gran historia.
Consciente de que los ojos de muchos puedan irritarse, me atrevo a decir que Amelie se parece más a un videoclip que a una película. La música de Yann Tiersen acompañada de los pintorescos retratos de París crean un ambiente agradable, pero no por ello es una gran historia: se trata, a mi juicio, de una gran obra de videoarte.
Micmcas es más de lo mismo, personajes vacíos atrapados una historia sin salida.
Jean-Pierre Jeunet intenta noblemente abarcar el mayor problema que hay, desde mi óptica, en nuestra sociedad: la venta de armas por parte del mundo occidental a los países pobres. Sin embargo se marca como objetivo hacer de tan trágico asunto un canto poético lleno de fantasía y originalidad, que en mi caso, sólo logró aburrirme y echarme de la historia ya desde la pésima presentación del protagonista.
Hay críticos que opinan que es una obra “desternillante” y “divertidísima”. La taquilla y los espectadores darán su veredicto. El mío, ya lo saben.


NOTA: 2

martes, 14 de junio de 2011

PEQUEÑAS MENTIRAS SIN IMPORTANCIA



Una película realista sobre un grupo de amigos al que pertenecemos.

            Si alguien se atreviera a afirmar que no se engaña, estaríamos sin lugar a duda ante un hombre de dudosa honestidad. Cada mañana, durante el desayuno, en el metro, con tu jefe, con amigos o demás personas que te rodean a lo largo del día, contamos pequeñas mentiras, de ésas que no molestan pero de las que necesitamos decir para engañarnos a nosotros mismos e intentar hacernos mejores. Son mentiras piadosas o “pequeñas mentiras sin importancia”.
            La extraordinaria película francesa de Guillaume Canet habla sobre los problemas y las relaciones sociales de un grupo de amigos que pasa unas vacaciones en la playa. Se trata de una obra en la que aparentemente no ocurre nada, pero que sin embargo acontecen cientos de sentimientos, frustraciones y alegrías a lo largo de la historia.
            Cada uno de nosotros tenemos unos objetivos y una meta que cumplir y ante las pequeñas trabas de la vida edificamos barreras mediante mentiras, rechazos y olvidos para conseguir nuestra finalidad. Pequeñas mentiras sin importancia disecciona sobre la hipocresía de nuestra conducta, del por qué necesitamos mentirnos cuando lo que realmente importa es vivir sanamente con tu interior, vencer tus miedos siendo sincero con tus sentimientos y poder llegar a disfrutar de lo que realmente importa: la familia y los amigos.
            Pequeñas mentiras sin importancia aúna grandes momentos cómicos con dramáticos, no sabiendo incluso si reír o emocionarte en ocasiones. La cinta, película del año en Francia, llega al interior del espectador y le hace reflexionar sobre lo que realmente más importa en la vida. Es una historia que contiene excelentes personajes que se complementan, logrando llevar nuestras preocupaciones cotidianas a la gran pantalla.

NOTA: 7
           

sábado, 11 de junio de 2011

INSIDIOUS



Honesta e insatisfactoria

Puestos a pasar un buen rato en el cine, Insidious te concede, si no toda la película, sí algunas buenas dosis de terror del bueno.
El director y guionista de la aclamada Saw, James Wan, dirige esta obra que cierra bien el final, aunque sus evidentes referencias cinematográficas a la hora de la elaboración de la historia alejan a la cinta de poder llegar a ser un clásico.
Insidious es una película de terror muy fiel a su género, donde no falla la música estridente, los diablos, niños inocentes y viejos fantasmas. La trama está repleta de guiños a otras grandes obras de terror, rememorando incluso algunas secuencias a Los Otros.
En varios momentos el director logra brillantemente involucrar al espectador en la historia, llevándolo a la “oscuridad” absoluta. Esto se lleva a cabo con efectos visuales geniales y con la creación de una tétrica atmósfera que provoca inquietud y pavor en el espectador.
Sin embargo James Wan no logra sorprender tanto como sí lo hiciera con la primera película de la saga Saw (el resto dejan mucho que desear). Hay ciertos elementos de la cinta muy originales, como los viajes astrales o los sueños, pero no llegan a ser explotados como sí apuntaban al inicio.
No hay que olvidar que lo único que busca el género de terror es crear inestabilidad emocional en el espectador, y aunque Insidious no consigue llevarte totalmente a ése estado, sí que al menos hace un intento honesto.

NOTA: 4